Hay quien me quiera parecido, pero no hay en el mundo quien me quiera como yo te quiero a ti. Eso no me desalienta. Y
ahora mismo que los papeles se invierten, todo se ve todo tan-tan-tan claro que el verbo se hace pródigo. La poesía es eso: la falta, el antojo. Es pensar en ti, a quien tengo
a mi lado, y disfrutar sin entretenerme con tus benditos ojos grises.
Mis sentidos gritan de alegría a más no poder.
La pequeña gigante Madrid ya es NUESTRA.
Por Dani Cabrera